Hay un horizonte en el cielo
como un helecho de Barnsley,
tomando como coordenadas
el sol y la luna que espera.
Hay un horizonte en el cielo
como un helecho de Barnsley,
tomando como coordenadas
el sol y la luna que espera.
“No se pasa de lo posible a lo real, sino de lo imposible a lo verdadero.” María Zambrano
Llegar a ti, no como se llega
a una montaña elevada
a más de 8000 metros del suelo,
ni ser capaz de caminar descalza
devorando las brasas de unos poemas.
Llegar a ti como elevándose
sobre montañas a miles de kilómetros
del suelo, llegar como moviendo
todos los objetos de lugar.
Hacer temblar la tierra,
despegando tus pies del asfalto
para que veas que la energía de rozamiento
no es contraria
a la velocidad, sino su aliada.
Llegar a ti sin la posibilidad
del viento.
Recuerda los castaños en noviembre
alfombrando la tierra,
y sus valvas estremecidas
como úteros anidando huecos.
Recuerda a tu ángel de pelo blanco.
Recuerda que los moldes
se desmoldan, que la luz
de las estrellas proyecta
en la noche de los tiempos
todo el amor.
Recuerda
que son blandos la arcilla
y el barro.
Recuerda que las piedras
también se rompen.
Wo gehen wir denn hin? Immer nach Hause. Novalis
¿Cuál es la casa a la que siempre
volvemos,
después de tanta vuelta,
donde la gravedad hinca sus dientes
y los sueños se escapan,
escalan, se esconden como pueden,
no dejándose cercar?
¿Es el mar, con su ingravidez,
el que nos llama, o su reflejo más arriba?
¿Y si la ola nos lleva, volverá el aroma
de lo que fuimos a la orilla
como regresan los objetos
que un día partieron?
¿Volverá la imagen en la noche,
en las embestidas contra la roca:
sueños de túnicas blancas
y cabellos de espuma de sal,
que agradecen siempre al mar
la invisibilidad de sus lágrimas?
Hay quien yerra con las magnitudes:
las uvas demasiado verdes,
el agua demasiado turbia,
la luna demasiado alta,
la noche demasiado oscura.
Nada es pequeño ni grande
para el alma,
que sabe estar a la altura.