Parece que también las piedras hablan
y se quejan de mis paseos
junto al río y lloran
cuando la luna las alumbra
porque sienten el peso
de una soledad que tanto
aúlla tu ausencia.
Es la misma luna, la misma sombra,
las mismas piedras que dejé en la isla.
La misma soledad viajera.
La soledad suele "ir por dentro"... por eso nos acompaña incluso, a veces, estando acompañados. Precioso poema, en todo caso.
ResponderEliminarMuchas gracias, Anónimo.😘😘😘
Eliminar