Como un gato...


Como un gato que trata de apresar su rabo
y espera agazapado para dar el salto
y estira brusca la pata a una sombra
en el mármol, 
así me he buscado.
Girando sobre mí misma
como peonza lanzada por otra mano
deseando que el tiempo,
ese cuerpo extraño, me haga parar.
En la colisión se puede apreciar
alguna pista del engaño.

Mi paraguas

Y es que a pesar de haber nacido para eso, 
mi paraguas es cada vez menos inmune 
a las inclemencias del tiempo. Se escapan 
algunas varillas por sus extremos y se rasga 
la piel del centro. 
Hoy el cielo azul anunciaba un descanso 
feliz en su paragüero. Nada hacía presagiar, 
ni la dirección del viento, ni las rosadas 
nubes que iba a ser abierto. 
Y es que cada vez pesa más 
la lluvia a mi paraguas viejo. 

Aversiones

Qué cómplices nuestros odios:
los días señalados,
los verdes oasis humanos
todos los actos licuados
que embalsaman el alma,
los cazadores de ciervos
con sus dientes de oro,
las que renqueantes avanzan
por el peso de las nutrias,
los centros comerciales con
su música ambiente, las parafarmacias...
Amamos el jazz, los niños,
los viejos de ojos tiernos, las calles desiertas
y los silencios,
los silencios,
los silencios,
aquellos que finalmente mataron
nuestras cómplices y amorosas aversiones.