Tendría que haber sido suficiente: 

el aire que se colaba bajo tus manos, 

la flor púrpura en medio del incendio, 

lo que no te dije pero escuchaste, 

la colina serpenteante de tu deseo 

que pude llegar a entender,

la intrusión de mis pensamientos 

que ninguna sustancia química 

pudo apaciguar salvo tu voz: 

la compulsión y el remedio.