Paleontólogo

 


Las huellas de otro tiempo y espacio 

marcadas en una piedra, 

el hueco fundido con vértebras, 

heces y cráneos: 

la más bella memoria visual. 


Mi alma como el fósil de un amonites, 

que sólo tú has podido descubrir 

con las yemas de tus dedos.


 

En la sala de espera del neurólogo


Cuánto tiempo se nos va

en una hilera 

esperando ser llamados. 

Traté de hacer un cálculo mental 

una tarde que esperaba 

no sé bien a qué...

Desistí para no añadir 

más tiempo al tiempo 

que se me iba contando 

las veces de veces 

sin importancia. 


Quizá también hagamos cola para nacer, 

pero, ¿no la hacemos para morir?


Viene por las noches a cantarme

y se posa sobre un árbol 

cuya copa arrulla 

la ventana de mi habitación.

Conoce el peligro de una sombra gris 

que, con el lomo arqueado, sueña 

que un día de estos equivoque su vuelo 

y enmudezca para siempre. 

Yo cuido del gato, pero amo al pájaro. 

Un último cuento

 


Los ancianos llaman a sus madres

como si volviesen a ser niños 

y quisieran verlas junto a su lecho 

agarrándoles la mano.


Quizá buscan un cuento 

para dormir tranquilos, una palabra

que llevarse al sueño más largo.

“Mamá, Mutti, Mom, Madre...”


Ya la vieron, la escucharon, 

porque algo en sus ojos cambia, 

porque aguzan sus oídos,

porque curvan sus labios.