Era como tú, niña de piedra.

Me encomendaba a los dioses 

protegida por un libro. 

Y como los primeros hombres,

buscaba señales en el cielo, 

en la lluvia.

Mi pelo era oscuro como el tuyo

y mi mirada, un ángulo torcido 

entre el infinito y la nada. 





Dialéctica

 

Rescatar: acción de liberar.  

Del latín re captare: coger, 

volver a tomar. 

Sólo el amor como sujeto 

evitará la colisión. 


Llegan a las playas de la isla 
y corren a través de la arena 
a la tierra prometida. 
Late fuerte la esperanza 
en la sien de una mujer joven
de nudillos muy blancos 
que dejan una gran marca 
en el brazo de una niña. 
Vienen hombres que gritan
palabras que ella no entiende, 
no la dejan avanzar, la rodean. 
La sangre circula más lenta, 
los nudillos se vuelven grises. 
La promesa se coagula. 
Le tomo fotografías a lo que no puedo poseer. 
James Clifford


Los observo en la esquina del banco
mirando cómo se pone el telón naranja
sobre el manto tranquilo del mar.
Parece un amor sin sobresaltos,
un amor donde la llama no se arrebata,
parecen saber estar, así, sin más.
Y algo me sube por dentro: 
una mezcla de envidia y de fe.
Un ordinario amor tan extraordinario.
Dudo si mostrarles la imagen, 
mejor me voy sin molestar. 



Una vida oculta tan cerca
que transcurre en un no tiempo,
donde el mundo se aquieta 
con los ojos en un punto fijo, 
inmóviles, las trompas 
con sus tímpanos cegadas 
a toda luz y las almas 
asidas a una pluma
que escribe tantas crónicas.
                    Tantos diarios.
No hay espacio que no recorras, 
ni filo al que no te atrevas, 
ni camino ni mar ni río, 
que no cruces junto a mí. 
Esta soledad que me acompaña,
esta luz que me lleva. 
No sucumbí al discreto encanto 
de la vida conyugal,
a los trabajos de oficina de ocho a tres,
a pensar idéntico, a reír igual, 
a las normas de conducta para encajar,
a vestir la misma seda, 
a sembrar la misma planta 
una y otra vez...
El deseo me convirtió en modista 
que siguió fielmente las instrucciones 
del patrón que confeccionaron  
mis sueños.

Y pateé los brazos a la pesadilla 
para que no empuñara sus tijeras.