Y fue volviendo lentamente

de ese viaje a ningún lado

en el que nadie la acompañó. 

No hubo patos salvajes,

solo su mente inconclusa 

que se plegaba 

ante la incertidumbre 

y la hacía desaparecer. 

Esa nada envuelta en sonrisas,

blancos los nudillos

aferrando un pretil imaginario…

Nada hay que se le parezca


Nada hay que se le parezca. 

No hay dos grillos iguales, 

si los miras detenidamente 

cada uno tiene su propia identidad: 

las antenas de aquel 

se tuercen ligeramente a la izquierda,

este que canta tiene una 

más larga y tiesa que la otra.

El tiempo no es igual

para la cigarra y para la hormiga, 

aunque los versos sean idénticos 

vibran tan diferente en tus oídos 

y en los míos…

No hay dos penas iguales, 

¿y qué me dices de la alegría?