Esta mañana mis brazos  

buscaron las olas más altas 

para atravesarlas sin temor.

Sentí mi cuerpo ingrávido, 

libre la respiración

como una regla de tres inversa 

que se ríe de la estadística: 

a mayor dificultad, menor esfuerzo.

La rueca no huye del cáñamo

ni el amor del dolor. 

Cihuri

 

Atardece sobre las aguas del río, 

se van los perros con sus palos, 

las mariposas buscan cobijo 

bajo alguna rama, 

la corriente golpea a una piedra

procurándole otro lugar…

Todo se traslada sosegadamente,  

salvo el puente de tres arcos 

que inmóvil observa desde siempre  

cómo arden los deseos incumplidos. 





 






  

 

Una estrella la besó

en medio de los ojos, 

y ella salió 

por entre los muros 

del cuerpo. 

Después de orbitar 

alrededor de su lecho, 

volvió la luz a la noche, 

la calma al inquieto sueño.

Invariante

 


Llovió sobre nuestro deseo, 

el tiempo dejó mella 

en varias esquinas del cuerpo,  

como un tapiz de guajiro 

que sufre infinitos cambios 

y permanece invariable,

así este amor.


Por si te llega mi voz, 

antes de quedar dormido: 

¿Cómo algo que nunca vino, 

pudo no haberse ido?