María


Hace siete años hoy.
Me había preparado para ello,
pero no me iba a atrever.
A punto de tirar la toalla
de cuclillas
oigo tu música entre mis piernas
urgiéndo, llamando:
agárrame.
Tu cabeza ya asoma
y volteo tu pequeño
torso como si fueras un pez
caliente lleno de ondulantes velos
y estiro bajo tus brazos que se resbalan
y te traigo hasta este otro lado
conteniendo las ganas de limpiarte
a lametazos.
Y te prometo que cuando empiezas
a reptar sobre mi vientre
buscando mi pecho,
ya te veo bailar.



Sombra


Mi sombra está quieta.
Sigue esperando en la orilla,
los peces la esquivan
como si la vieran,
los corales forman alrededor
de ella una figura
circular.
Inmóvil espera.
En sus pies
cruje la arena, se mueve
como una anguila escurridiza
que trepa y llega
hasta su boca:
“que la palabra
se engarce
en tu lengua, que la invoque,
que la mueva.
Que resuenen las letras
en un torrente
de sonidos más densos,
que salpiquen sus aguas
y te hundas en ellas,
que borren la línea de salida
y disuelvan con tu voz
la meta.”

La belleza


¿Por qué no puedo edificar
mi sueño?
¿No lo veis?
Si para los cimientos
me bastan sus ojos,
en las esquinas puedo leer
los preceptos
de mi única religión.