Entrevero la sonrisa triste
de la melancolía con hilos
de mueca escéptica
en la bufanda
mientras mi pensar zurce las dudas
hasta palidecer los nudillos.
Centro de mesa
Coloca las flores
en el macetero, caen cuatro
gotas al mantel,
golpea la mesa
y se convierten en charco
que cae en cascada
por sus hilvanes, primavera
que ya no ve, aleteo
en la nariz.
Cuatro gladiolos, un lirio y dos amapolas.
Mastico una tostada
sin hacer ruido
mientras vigilo el temblor del quicio.
Salen volando unas llaves,
billetes y dientes.
Los voy a recoger.
en el macetero, caen cuatro
gotas al mantel,
golpea la mesa
y se convierten en charco
que cae en cascada
por sus hilvanes, primavera
que ya no ve, aleteo
en la nariz.
Cuatro gladiolos, un lirio y dos amapolas.
Mastico una tostada
sin hacer ruido
mientras vigilo el temblor del quicio.
Salen volando unas llaves,
billetes y dientes.
Los voy a recoger.
El circo
La pértiga se va quedando
oxidada,
y mis pies cada día
tiemblan más.
Los leones y los tigres
se han escapado de sus jaulas,
y la pintura de los payasos
se va quedando fosilizada;
chorretones de lágrimas rojas
sobre una máscara blanca.
Sólo un bufón sabe desde el inicio
donde está su lugar.
Bostezo cansada
y caigo.
La cuerda no estaba
tensada,
veremos si aguanta
la red de seguridad.
oxidada,
y mis pies cada día
tiemblan más.
Los leones y los tigres
se han escapado de sus jaulas,
y la pintura de los payasos
se va quedando fosilizada;
chorretones de lágrimas rojas
sobre una máscara blanca.
Sólo un bufón sabe desde el inicio
donde está su lugar.
Bostezo cansada
y caigo.
La cuerda no estaba
tensada,
veremos si aguanta
la red de seguridad.
El soportal
En aquel soportal quedaron
clavados mis pasos, sentada
en el escalón veía pasar las
prisas, los paraguas temblando
en espasmódicas sacudidas
mientras sacaba una a una las
migas de mi mochila y alisaba
el papel de plata.
Hacía tiempo para parar el tiempo
y no pasar al portal.
Revisaba el estado
de los libros, el imperdible
de mi falda y las horquillas.
Se ponía el sol.
Pero por la noche en la cama
abría mi caja dorada y salían titubeantes
tres mariposas malvas.
clavados mis pasos, sentada
en el escalón veía pasar las
prisas, los paraguas temblando
en espasmódicas sacudidas
mientras sacaba una a una las
migas de mi mochila y alisaba
el papel de plata.
Hacía tiempo para parar el tiempo
y no pasar al portal.
Revisaba el estado
de los libros, el imperdible
de mi falda y las horquillas.
Se ponía el sol.
Pero por la noche en la cama
abría mi caja dorada y salían titubeantes
tres mariposas malvas.
Se amotinan piedras...
Se amotinan piedras en los
manos de algunos poetas,
egos destripados
se levantan en versos
hasta alcanzar su objetivo;
dar en un ojo al incauto de
turno que sólo pretende
cobijarse en las letras.
manos de algunos poetas,
egos destripados
se levantan en versos
hasta alcanzar su objetivo;
dar en un ojo al incauto de
turno que sólo pretende
cobijarse en las letras.
Anafilaxia
Comí un melocotón,
me gustaban
y de repente no estaba.
Me vi conectada a miles de máquinas
y cuando abrí los ojos era Muhhamad Ali
después de una mala tarde en el ring.
Es tan fácil morirme.
Melocotones.
Con lo que me gustaban.
A veces sueño que voy al mercado
y compro tres.
me gustaban
y de repente no estaba.
Me vi conectada a miles de máquinas
y cuando abrí los ojos era Muhhamad Ali
después de una mala tarde en el ring.
Es tan fácil morirme.
Melocotones.
Con lo que me gustaban.
A veces sueño que voy al mercado
y compro tres.
Todo
Tantos años pensando
qué decir,
qué hacer,
y ahora sé que no diré nada
que no haré nada.
En la nada cabe todo.
qué decir,
qué hacer,
y ahora sé que no diré nada
que no haré nada.
En la nada cabe todo.
Y todo es lo que quiero decirte.
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