Hay días en que la oscuridad 

es más oscura como si no hubiese 
ni un resquicio de luz, siquiera 
el de los puntos intermitentes en la pared 
donde se refleja el sol 
que se cuela entre las persianas, 
tan cerradas


“...A veces parece asimismo que hay miedo a la memoria, y que la fidelidad al recuerdo es algo que asusta...” Julio Caro Baroja

Me hablas de Unamuno, Oiza, Rousseau y de tantos años perdidos.
Te llevo de mi brazo como a un niño desvalido, cuando te paras y dices: no entiendo de poesía pero la niebla ha dejado tus ojos.
He recogido algodón

en una cesta de mimbre

que el aire templa de azul.

La calma regresa

ahí donde se deshizo,

los brazos recobran la fuerza

y las manos se vuelven suaves

y acarician sin miedo la piedra.

Me siento pequeña.

Y en paz.

Paramnesia



He pasado por la casa,

he visto la ventana del salón

donde una niña pasaba las horas.

Me pareció volver a ver

su silueta desde abajo.

El tiempo es algo extraño, me digo,

hace cuarenta años esa niña

vio a una mujer vestida de oscuro

que miraba hacia la ventana y sonreía.

Se reconocieron.

La misma timidez, el mismo gesto.

Agonía de un taxista



Conduces desde tu cama sobre las colinas, apenas puedes levantar los brazos para manejar tu volante imaginario cuando salen volando todos los sueros mientras esquivas un gato en una curva. Atiendes como puedes las llamadas de las señoras que salen del club de golf y cuando te vence el sueño cedes tu precioso volante a ella.
Sólo a ella.
Y ella dobla sus manos con cuidado haciendo un círculo perfecto.
Conduce tu delirio hasta el final.






“Unas veces las manos se tocan

y otras ni siquiera se tocan.

Los ojos sí se tocan

o algo que está atrás de los ojos.”

ROBERTO JUARROZ




Algunas palabras, pobres, se ofrecen

como prostitutas con sus mejores galas,

y hacen mucho ruido para ser vistas.

Otras, las más tímidas, se esconden

detrás de los ojos para que acaricien

a los que saben mirar más allá.

Negrita


Para que no lloraran sus ojos peinaba su crin con flores de lavanda.
Es la naturaleza, decían, que hizo su mirada acuosa...
pero esa yegua lloraba.
Miraba a veces el cielo donde pasaban nueve zanahorias blancas y me llevaba a un lugar cercano
al arroyo para que oyera el silencio del agua.

El murmullo sinuoso predice su forma, decía.

En esos días eternos 

donde la luz no menguaba, 
supimos que las cosas hablaban.

Hay una madera en medio 

de nuestros cuerpos

como el tablón que vislumbra

el náufrago antes

de dejarse vencer por el mar.

Inútil espejismo que invoca

la razón para ahuyentar

el zumbido del deseo

que ya sólo busca ahogarse. 

Ella( Amelia)


Se desliza como sirena
que vuela ingrávida
y alimenta a su paso
a los peces más rezagados,
meciendo con su cola la corriente
para que sean propicias sus aguas.

Cumplida la tarea,
se eleva como si nada
hacia el otro azul
y vuela a braza,
ahora algo más grávida.
Pero agradece 

la cabida de su corazón.

Se me Ocurre



Me gustaría ser la cigarra que canta y tiene el don de la alegría.
Sin embargo, mis hijos necesitan la hormiga.
Podría servir, quién sabe, un híbrido entre estos dos insectos: una luciérnaga nocturna y una abeja con las rayas a medio pintar.

Algo así como una abeja negra. 

Photoshop inverso


Señora anciana sin arrugas:
adivino su belleza 

colgando sus mejillas un poco a cada lado,
añadiendo unas líneas
de pensamiento a su frente
intuyo años de preocupación
y de estudio de la naturaleza humana,
si ladeo un cuarto su boca
podría pensarse que amó mucho
y que no obtuvo respuesta.

Hay que imaginar mucho para verla.
Es raro. Anciana sin huella.