Juan con miedo
Qué extraño acompasar los pasos
de la mujer madura que ahora soy
con aquella niña que caminaba
a saltos, entre líneas y sumando.
Cuánto tiempo se fue entre tanto número,
cuánto dejó de mirar para no ver,
cuántos sueños ahogados,
cuántos perdidos...
Polo opuesto de aquel que hizo
su viaje para conocer el miedo,
todo mi camino se resumió
en un conjuro para poder evitarlo.
Escribir ha sido mi jarro de agua fría.
de la mujer madura que ahora soy
con aquella niña que caminaba
a saltos, entre líneas y sumando.
Cuánto tiempo se fue entre tanto número,
cuánto dejó de mirar para no ver,
cuántos sueños ahogados,
cuántos perdidos...
Polo opuesto de aquel que hizo
su viaje para conocer el miedo,
todo mi camino se resumió
en un conjuro para poder evitarlo.
Escribir ha sido mi jarro de agua fría.
Miras atentamente deslizarse
el blanco sobre negro,
luz sobre sombra que se abre
a la rosada carne,
los pliegues se deslizan
lento
y dejan caer sobre los muslos
un río de peces de mar que acostumbrados
a la salinidad anhelan el dulce de tu boca,
a sabiendas de su prematura muerte.
Extiendo el lienzo sobre el caballete
y pido misericordia.
Clemencia.
Toda la tela entregada a ti.
¿Qué decir al respecto?
Al respecto decir
que todo lo que no fue dicho
fue hilvanado en nuestras almas
de antemano, antes,
no sé cuando.
Tú no crees-¿cómo hacerlo?-
en las idas y venidas
a este lado del tiempo
fuera de la brevedad
de este centro de vida.
El bosquejo de nuestras líneas
lleva mezclado una eternidad.
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