Escribir para despejar

las zarzas del pensamiento.

Para dejar libre al anfitrión

de huéspedes y malas hierbas.

Para que venga el pájaro

con meandros de color azul

en sus alas.

Para que cante el corazón.

Naciste una noche de luna clara.


Me asomé de puntillas al brocal.
La luna me susurró:
has de arrojar el cordón,

la cuerda primera, 
hasta la voz que te llama.
Y la lancé a tus manos
como quien lanza una flecha,
como quien lanza una flor.
Pero estaba oscuro ahí dentro
y la luna se movió, 

centrando su luz en el hueco,
para que tú la agarraras. 

(Fotograma: La infancia de Iván) 

La bruja chapuzas


Mis pies crecieron más que los tuyos,
tanto que tuve que estirar, con la tiza azul, 
los cuadros de la rayuela.
Ícaro creció y dejó de fabricar 
alas ignífugas con las que burlar al sol. 
Los nueves ya no garantizan 
la visita de las musas, 
ahora buscan cielos de nubes más altas. 
Los umbrales cayeron 
difuminados por otros abismos.
El miedo sigue 
obedeciendo a variables. 
Sólo las mismas, o parecidas,
dudas permanecen. 





Qué extraño paraje
el del sueño:
tan próximo a mí,
pero tan alejado de mí.
Cuanto hemos perdido
lo ganamos allí.
Sólo la misma sombra
como seña de identidad.






Está el mar y quizá, el viento

y yo tengo los cabos.

Está la certeza y la posibilidad

y entre ambas navego.

Para hacer un buen trimado

son importantes las velas,

es necesario el mar.

Pero la magia, la magia

viene del viento.


Er war ein Romantiker und lebte auch als solcher,

bar jeder Überflüssigkeit.
Seine Manteltaschen aber
waren gefüllt mit Bonbonpapier und Träumen.



Er war ein Romantiker und starb auch als solcher,
in einem Buchladen, seine Hand
auf einem Gedichtsband Goethes ruhend:
“Das Leben, es ist gut”.