Quisimos abrir, sin cortar,
los alambres del corazón,
quisimos mover, sin levantar polvo,
los escombros en el alma.
Caricias con las que alicatar
los espacios rugosos,
palabras con las que cubrirlos
de mosaicos azules y malvas.
Se nos olvidó limpiar
antes de acometer la obra.
Y la malla. Para saltar.