Me enfrenté al dragón:
dejé de darle el agua
que él convertía en llamas.
Y se fue haciendo pequeño
y de sus ojos la súplica,
y de sus garras las uñas,
cayendo, una a una, sobre el mar,
y de su boca la garganta
quemada.
Lancé una flor sobre los restos.
Los dragones hay que mirarlos de frente y a los ojos.
ResponderEliminarO escribir un poema que sirva para fundirlos en su fuego...Precioso poema.
❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️
Eliminar