Has hecho un pan como unas tortas




De nuevo te quedas fuera del corro,

gallinita ciega que busca a tientas

sin ocupar la silla y haciendo cuentas,

pero orgullosa y sin pedir socorro.


Dicen: tenías que tener aguante,

más cómodo el baile al son de una nota

repetida, monocorde y algo rota

que hiciera sombra a tu danza brillante.


Las que te aconsejan desde su engaño

a cambio de una cara sin arrugas

y la carne prieta para el que llega


tarde y cansado del último apaño,

mueren lentamente como tarugas

donando su vida a quien se la niega.






Fiebre


Arde mi corazón llama

pero no contesta quien se lo llevó

en un bolsillo una noche de lluvia.

Y se propaga lejos el amor


por tanto aire.

Aire que yo pedía.


Aire que desampara.











Ella

A veces ella me lleva
y recoge los pétalos de las flores
y me junta los caminos.
Miro a través de sus ojos
paisajes que nunca vi,
y me pide palabras
muyyyyy largas en alemán
y digo: Streichholzschächtelchen
y un vitral de cascabeles
se esparce con su risa.

Geometría sagrada



Quiero amarte sin memoria,
que la primera curva que vea
sea la de tu mano
cuando la posas sobre mi hombro,
y la primera recta la de tu sexo
apuntando el cielo de los bordes,
y los primeros círculos los de tus ojos:
para volar 

por dentro del vientre de los pájaros 
y tantear algunas copas
y descubrir poliedros en tu lengua
y vértices en la palabra...

Pero también quiero amarte
con la memoria intacta
para saber que nada de lo que vi hasta ahora 

pertenecía al mundo de las formas.

No quiero el detalle del árbol;
a mí dame su brillo,
no me importa su consistencia
ni el número de hojas;
háblame de cómo ríe o si llora
cuando echa de menos el sol.

Dime, ¿qué sucede con sus ojos
cuando llega el invierno
y se cubren sus ramas de blanco?,
¿ves melancolía, miedo
por sentirse enterrado?
o por el contrario, ¿se echa a dormir
tranquilo como un oso en su cueva
a esperar la llegada de sus hijos,
los pájaros?

¿Lo entiendes ahora?
No quiero saber quién eres,
dime mejor qué.


No servía cualquier tono
para la paleta de ocres y grises,
y ,aunque sabía que a ciertos colores
les cuesta mucho transigir
porque temen perderse en la mezcla,
debía ser un azul el que llenara
el hueco de la madera.
Nunca hallé acomodo en lo fácil.

Habrá postre


Conducía sin ton ni son
entre vehículos furiosos
como palos de ciegos
que tantean un suelo de arcilla.

El ruido de las bocinas mataba cruelmente
el propósito de Bach.

Desisto, no habrá postre,
cuando de pronto un Dios mayor
desde su silla de ruedas
me sonríe y me deja pasar.




No se llena el cupo de amar

pero los versos sí se cansan

y terminan durmiendo en contenedores

reciclados del primer mundo

junto a envases de leche y cartones,

oliendo las lágrimas

que se quedaron junto a un cristal.

No se llena el cupo de amar

pero la voz sí se cansa.

Se cansa...