Me lo llevo conmigo casi traslúcido,
pero latiendo,
casi transparente por las pisadas
que han borrado todas sus huellas,
pero latiendo,
caliente y un poco rojo como la parte
más expuesta de la mejilla,
ahí donde ha sido abofeteada,
pero latiendo,
silencioso como el niño que ha visto
los efectos de un bombardeo en su propia casa,
pero latiendo.
Casi traslúcido, casi trasparente,
caliente y un poco rojo, silencioso,
pero vivo.