La niña de madera
se ha hecho astillas
y los secretos y los miedos
como nervudas carcomas
van corriendo por el suelo
y sueña que se multiplica
y posee dieciocho pies
y noventa dedos
para enterrarlos bajo tierra
o hundirlos en una alcantarilla
para que nadie los vea,
pero sabe que su cura vendrá
cuando alguien los descubra
y la ame así
con todas las esquirlas abiertas.
Melancolía
Entre la orilla y el mar,
un andén lleno de piedras
agitan sus grises
pañuelos y susurran
a la lengua de las olas
los más delicados versos.
El hueco entre tus ojos:
estación solitaria
donde se halla mi tren
sin pasajero
ni maquinista.
A fin de cuentas
Ya ves la insignificancia
que soy, tan tan insignificante
que no merece la pena
buscar el significado.
A fin de cuentas- me gusta
esta expresión- amo
lo mínimo, lo más pequeño,
lo que casi nadie mira
y pocos ven.
En lo diminuto habita
todo lo que tiene sentido.
Y al sentido nada le significa
tener un significado.
Mamá
Siempre soñaba tu vida
y al despertar
vivía tu muerte. De nuevo.
Con toda su crudeza.
Hoy soñé tu muerte.
Pero al despertar,
al despertar...
celebré tu vida.
Voy a encontrarte
para traerte a la materia
de estos locos días de junio,
para volver a tocar la corteza terrestre
y des velar
este sueño en el que llevo
prendida como un hilo
que queda colgando de una hebra
de tu alma,
y va balanceándose lento
e imperceptible,
y a veces miras y parece que no está
y después vuelve y revolotea
entre las pestañas
tan cerca, tan siempre.
Dame tu mano y ayúdame.
Ayúdame a soltarlo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)