Nací en primavera en un año donde los números se voltean para poder amarse. Llovía tanto que no me sacaron en el cochecito a pasear, por el contrario, mi hermana y sus cólicos salían a beber la lluvia, a tocar el viento.
A mí me colocaron en un capazo bajo una ventana del salón durante dos o tres meses- no lo recordaba mi madre con exactitud- y sonreía mirando el vidrio.
“Sólo sonríe y no llora, casi no parpadea, ¿tendrá algún defecto en el lagrimal?” y me llevaron al médico.
Tardé en comenzar a hablar, pero canturreaba mientras pintaba.
Y otra consulta médica. “¿Será esta niña normal?”
Más tarde aprendí.
A llorar.
También a hablar.
Empiezo a creer que busco un poema que me lleve de nuevo ante ese cristal.
Estremecedor... en el mejor sentido de la palabra.
ResponderEliminarEras una niña muy por encima de "lo normal"....eras poeta..!! Y lo que no veían los humanos...lo sabia la lluvia..el cristal y la paloma,que te miraba desde fuera de la ventana...!!!
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