Y el desván se hizo luz.
Las sillas comenzaron a danzar
al ritmo de los amantes
envidiosas del sofá artrítico
donde aquellos meneaban
sus cuerpos en otra dimensión.
Los lienzos en blanco
cobraron de pronto color:
magentas y malvas abrazados
en una infinita espiral.
Las sillas comenzaron a danzar
al ritmo de los amantes
envidiosas del sofá artrítico
donde aquellos meneaban
sus cuerpos en otra dimensión.
Los lienzos en blanco
cobraron de pronto color:
magentas y malvas abrazados
en una infinita espiral.
Y en el aire un leve olor a lilas.
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