Coloca las flores
en el macetero, caen cuatro
gotas al mantel,
golpea la mesa
y se convierten en charco
que cae en cascada
por sus hilvanes, primavera
que ya no ve, aleteo
en la nariz.
Cuatro gladiolos, un lirio y dos amapolas.
Mastico una tostada
sin hacer ruido
mientras vigilo el temblor del quicio.
Salen volando unas llaves,
billetes y dientes.
Los voy a recoger.
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