Esta mañana mis brazos
buscaron las olas más altas
para atravesarlas sin temor.
Sentí mi cuerpo ingrávido,
libre la respiración
como una regla de tres inversa
que se ríe de la estadística:
a mayor dificultad, menor esfuerzo.
La rueca no huye del cáñamo
ni el amor del dolor.
La chica del norte y el mar llueva o truene…
ResponderEliminar