Ayer te llegó la hora del primer
fusilamiento, hijo. Escuchas
primero el chasquido,
luego la detonación,
y más tarde el dolor.
Me gustaría limpiar la herida
como buen mamífero;
a lametazos la sangre seca
e hincar el colmillo para sacar
la bala y echar sobre el agujero
algunas flores y frutos
y cantar alguna nana.
Han profanado tu primer horizonte,
pero descubrirás que la marea del cielo
volverá a dibujar otros
con mayor intensidad.
La vida a veces duele... y la de los “cachorros” llega a doler más que la propia... pero también forma parte del aprendizaje de vivir. Precioso poema, Maria.
ResponderEliminarSí, la vida duele. Y no podemos evitar que a ellos también les suceda.
EliminarToca aprender...
Los cachorros son para vivir...No me conforma pensar que la vida duele.. .no a manos de la injusticia..de la disidencia...No en el pensamiento de un cachorro..🌷🌷🌷🌷🌷🌷🌷🌷
ResponderEliminarSupongo que el primer amor..duele,diría que como tódo lo que termina..Pero la juventud tiene el poder curativo del amor..🌷
ResponderEliminarAmelia, el amor cuando muere duele, pero mientras late y vive es lo único que importa. Ojalá ellos sean felices juntos o no...
EliminarUn abrazo lleno de amor.