Ayer te llegó la hora del primer

fusilamiento, hijo. Escuchas

primero el chasquido,

luego la detonación,

y más tarde el dolor.

Me gustaría limpiar la herida

como buen mamífero: 

a lametazos la sangre seca

e hincar el colmillo para sacar

la bala y echar sobre el agujero

algunas flores
y frutos 

y cantar alguna nana.


Han profanado tu primer horizonte,

pero descubrirás que la marea del cielo

volverá a dibujar otros

con mayor intensidad.

5 comentarios:

  1. La vida a veces duele... y la de los “cachorros” llega a doler más que la propia... pero también forma parte del aprendizaje de vivir. Precioso poema, Maria.

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    1. Sí, la vida duele. Y no podemos evitar que a ellos también les suceda.
      Toca aprender...

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  2. Los cachorros son para vivir...No me conforma pensar que la vida duele.. .no a manos de la injusticia..de la disidencia...No en el pensamiento de un cachorro..🌷🌷🌷🌷🌷🌷🌷🌷

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  3. Supongo que el primer amor..duele,diría que como tódo lo que termina..Pero la juventud tiene el poder curativo del amor..🌷

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    1. Amelia, el amor cuando muere duele, pero mientras late y vive es lo único que importa. Ojalá ellos sean felices juntos o no...
      Un abrazo lleno de amor.

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