1.-
No quise dar el barniz
sin llegar a la médula.
Pequeña, insegura
y temblando.
De nada sirvió la cota de malla...
menos, las puntas de flecha.
Cuántos versos nacieron
sin vocación.
2.-
Haces figuras con la servilleta,
y modelas la tela entre las manos:
contrayéndola, estirándola.
Y piensas en la palabra
como en un ave sin huesos:
que esconde bajo sus alas
esta realidad,
que muestra tras su vuelo otra que tiembla.
Tus alas son como las del cóndor..
ResponderEliminarPor eso vuelas con tu palabra.Y haces volar.Gracias
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