No hubo cartas de amor,
ni nos enfriamos una noche
contando estrellas.
No compartimos libros de filosofía,
ni sostuviste mi cabeza
cuando aullaba en mis dos partos.
No te consolé
cuando la muerte se acercó a tu casa...
Pero ambos dejamos caer,
heladas por una humedad de siglos,
nuestras almas sobre el mismo pretil.
Algunos amores, quizá los únicos “auténticos”, están por encima del tiempo y del espacio. Precioso poema.
ResponderEliminarMuchas gracias, Anónimo. Del tiempo, del espacio, de convencionalismos y de rígidas rectas
EliminarAsí lo creo yo también
https://youtu.be/NC1dkN__vYE
ResponderEliminarY ambos supimos que más que esto, no hay nada...
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