La niña ulula tras el cristal,
hace juegos malabares en una red
y da pequeños saltos sobre las líneas
por si su madre, por si su hermana.
La mujer construye el puzzle
y escribe en el umbral de un sueño,
cree haber visto ángeles en los ojos
de sus hijos y dibuja una espiral
sin antes, sin ahora, sin después.
La anciana espera, observa, calla.
Es cierto que Los Angeles están en los ojos de los niños...y en la pluma de la poeta..María.
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En los ojos de los niños y en los tuyos, Amelia.
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