Pienso en la vanidad...

Pienso en la vanidad...

(Los que no la conocen
no la nombran, ni siquiera
se acuerdan de ella.
Se hace muy evidente
en casi todos los idiomas.
Ay, los comparativos:
esos más y esos menos,
o peor -esos taimados tan-
por no hablar de los superlativos
que en nuestra lengua
se hacen notar más.
Mucho más.)



...Y qué guerra da.

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