Ayer me armé de valor, o mejor, me desarmé de miedo.
Prefiero el verbo con el prefijo que lo niega para dejarlo como estaba en un primer momento. Des armar: quitar las armas que uno mismo se ha debido colocar por algún motivo. Decía que me desarmé y no como metáfora, si no como descanso a la orilla de un río para inclinarme a beber agua y dejar por un momento todos los artilugios de defensa o de ataque, que viene a ser lo mismo aunque casi todo el mundo me lo discuta. Y te lo conté. Todo. Hasta aquello que no se debe decir. Y es entonces cuando pude observar la situación desde otra perspectiva diferente, no desde la tuya ni desde la mía sino desde una tercera mucho más perfecta: un otro con una visión nueva.
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