La manta de lana

Todavía sigues necesitando 
la punta de la manta de lana 
que tocabas cuando niña, 
y como ya no la encuentras 
inventas otras texturas
para envolver al miedo 
quedar dormida.
Pero ya no hay manta que valga,
ni seda, ni fieltro, ni lana
y...
a fin de cuentas
¿qué importa?

Ya dormirás mañana.

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