Y el mono se quedó moviendo los brazos,
las pelotas danzando en el aire
formando un perfecto circulo
de cuatro colores.
Pero miraba y buscaba su premio,
ansiosos los ojos,
abiertos de par en par.
Y no llegó la galleta.
Las pelotas golpean su cabeza
y caen rodando al suelo.
Y es que en esto de la vida
aunque las reglas parezcan muy claras,
alguien mueve una ficha
y todo el tablero cae.
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