Tú no te encaramaste
a un árbol como Cosimo,
en este baile de máscaras
sobre máscaras
elegiste otro disfraz.
Era el tuyo muy pesado de llevar,
te quedaba algo estrecho de mangas
y los zapatos apretaban:
te habían dado la llave
de un vestuario equivocado.
Pero a cambio, podías desoír las reglas
de esta fiesta uniformada
con total impunidad.
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