Creen que te conocen,
y lo peor es que les dabas valor
a los juicios desjuiciados de su espejo,
a sus celos despiadados,
a la tacha de sus plumas,
y dudabas de tu alma.
Las preguntas de una mente obsesiva
en la noche larga,
son gotas que caen
en el mismo punto exacto del cerebro:
¿tendrán razón?
¿será cierto?
Después, cuando al fin te vence
el sueño,
el agujero se recompone:
¡qué buena derrota!
¡qué dulce rendición!

Los dedos acusadores se pliegan
y se han de ir a acostar con la mugre
de un pensamiento que los mantuvo
erectos.

2 comentarios:

  1. Núnca más escuchar el canto de sirenas..Solo hay que escuchar el propio corazón. Todo un aprendizaje.
    Precioso poema.🌹🌹🌹🌹🌹🌹

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    1. Suscribo las palabras de la Sra Diez... ¿cómo no hacerlo? 😊😍🌼🌼🌼

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