Nació en medio de un arbusto
entre ramas espinosas y curvas.
Entendió la rara hospitalidad
de la naturaleza, amó la noche,
los caminos infranqueables,
la lluvia que no terminaba de mojar...
Un día comprendió que debía soltarse,
el viento y las tijeras de un jardinero
la ayudaron un poco.
La flor amaba a la zarza.

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