Miras atentamente deslizarse
el blanco sobre negro,
luz sobre sombra que se abre
a la rosada carne,
los pliegues se deslizan
                                     lento
y dejan caer sobre los muslos
un río de peces de mar que acostumbrados
a la salinidad anhelan el dulce de tu boca,
a sabiendas de su prematura muerte.
Extiendo el lienzo sobre el caballete
y pido misericordia.
Clemencia.
Toda la tela entregada a ti.

4 comentarios:

  1. Quién fuera pintor... Precioso poema, María.

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  2. Maravilloso poéma Begoña!Espero que el pintor esté a la altura...
    Mil besos.🌷

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  3. Jajjajajajajjaja
    Qué grande eres, Amelia!!!

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