Quizá quede...

Quizá quede una cuenca
en tu ojo compasivo, nada
que no solucione
un parche pirata de cuero marrón
que te haga recordar
que los cactus no necesitan agua.
O llenar tu jardín de pinchos
enmarcando plataneras
y granadillos. Pero si alguno florece,
feliz lo mecerás en tu regazo
y le podrás cantar una nana
que desdiga para siempre
ese absurdo refrán:
“por la pena entra la peste”.

2 comentarios:

  1. Hablo a mis plantas..en la certeza de que me escuchan...No tengo cactus...por temor al pinchazo sin querer...esa función me la adjudico. ..sin querer..Y tú haces un bello poéma de cuanto tocas....!

    ResponderEliminar
  2. Pues creo que a ti se te darían muy bien todo tipo de plantas, cactus incluido, aunque por esos lares iban a pasar algo de frío. Yo también hablo a las plantas y las acaricio sin agobiar...☺️

    ResponderEliminar