Dicen que no existes
con rotundidad,
que es atea la inteligencia,
mas yo creo
con idéntica firmeza
todo lo que se me niega.

¿Es rebeldía,
es un dogma anti dogma,
es mi natural inclinación 

por la pregunta sin respuesta? 
¿O debería ser la respuesta 
sin pregunta?
No voy a dar forma al orgullo
ni peso a las cosas que importan
a los hombres, la magnitud
de los objetos,
la importancia de sus creencias:
estas o aquellas,
su elaborado discurso
que adormece mi atención,
mientras trato de elevar a infinito
al ausente, su diluido contorno
o atisbo a lo lejos una estrella
cuyo jugo quiero exprimir
para dársela a sus labios
y derramar esta inquietud en versos
para sus ojos, agujeros negros
donde siempre termino cayendo.

Inevitablemente.

Relámpago

Si no llega el relámpago
que divida en dos el cielo
sobre mi frente, me falta
la sencilla modestia de la piedra,
su presencia tranquila.

Si me sobran, en cambio,
sus aristas cortantes, he de callar
un tiempo.
Reposar y sentir
que tal vez los rayos caen
sobre la humildad
de una muy tímida danza entre el ser
que soy con el ser que habla.

El secreto

Mi abuela lo sabía
mientras el médico iba cortando
a pedazos sus miembros.
Puse mis manos en sus pies
apartando de un manotazo
el bisturí carnicero.
Y me envolví en su piel,
y hablé con las voces de todas las mujeres
que poblaban la casa del Boulevard
y salieron por su boca
peces de colores que se convertían en injertos,
cubriendo las falanges de sus dedos,
tubérculos ancestrales de la hechicera,
de la sumisa, de la revolucionaria,
de todas sus madres...
enhebrando, tejiendo y cosiendo
sus alas, sus garras, sus vidas pasadas. 

Pasado el instante, pregunta: 
¿Qué hechizo es este?

A ti

Es complicado convencer a mi vientre:
autónomo caminante de mi cuerpo
que esgrime sus razones convexas
donde se concentran la intuición 

y el deseo.
Desde la tierra de mi vientre la voz,
de mi útero las contracciones 

que le dan forma. 
Únicamente así podré ser fuente
de agua, de aire, de fuego.

El resto, a ti no te engaño,
son sólo palabras.
Esa estrella que miras parece
más brillante que el resto,
pero a ella no le importa
si proyecta más luz,
ni tampoco puede observar
el brillo de las otras.
¿Y qué me dices de los árboles,
de los peces, de los grillos,
de las ranas?
¿Es un engaño el contraste,
una ilusión del pensamiento?
¿Y por qué el corazón tiene
también su lámina agujereada?
Nada es anodino, nadie lo es,
ni simples aquellas palabras
que alguien en algún momento
poco venturoso definió así.

No comprender la vida
la hace más valiosa,
no entender la muerte
no la hace desaparecer.

Igual que un niño mira
todo a su alrededor
y lo muerde y lo deja
y lo toma y lo suelta:
así con la vida,
también con la muerte.
La otra dimensión de la palabra.
El reverso que lucha por salir y abulta mi piel tratando de soltar el torniquete
que torpemente lo amuralla.
Hacerlas brotar hasta desangrarme,
cascada de voz que mane y desgarre
y suelte todo lo sujeto, las voces que gritan perdidas en las noches de niebla, de memoria agria, las que no quiero y deseo volcar como si las lanzara por el acantilado del alma, de todas las  almas pasadas...
Y decir que sí, aullar sabiendo que ya,
que ahora sí me vacié, sí me recargué, que salí, que volví, que abrazo a la niña que llora, que la acuno, que la libero, que ahora puede danzar por el filo sin miedo y lanzar por los labios pétalos
a su dolor, a los dolores de los que ama, o que no ama pero que entiende o que sin entenderlos los compadece, los siente y sentir que puede y que es suficiente así...

El baile

Finalmente danzaron sus cuerpos
cuando a un tiempo,
y con sus pies, empujaron 

con la soga al cuello
la silla que los sostenía.

Piqué el anzuelo

Y se expande el amor por mi cuerpo
salino, como un mar apocalíptico
que hace saltar por el aire las esclusas
del corazón.
Maremoto que anega todos mis órganos, 

transformándolos:
a mi piel le brotan escamas,
los pulmones ahora son branquias
y desciendo con flores en la boca
a las profundidades,
nadando en zigzag sobre una rayuela
formada con nueve estrellas de mar.

Átame a esa roca,
que more allí siempre contigo,
al filo de la realidad.

Ser

Sé que estás ahí cuando me vengo abajo, tiras de mis brazos y no dejas que me hunda en la oscuridad.
En ocasiones te pierdo y no oigo tu voz, mas cuando duermo me envuelves con una melodía que no soy yo y sí yo soy.
Ese ser escondido bajo tantos números que conjuran inútilmente mis miedos y eres tú, yo soy, quien lo consigue.
Tú, la música que oigo, la luz que perseguí fuera pero que está tan dentro.
De mi yo soy. Y desde ahí, el otro.

Difusa lógica

En la visión borrosa del mundo donde los márgenes se diluyen y las líneas serpentean encuentra su marco la poesía.
El horizonte se curva impreciso y los sistemas de medición obedecen a criterios tan subjetivos como la sombra que precisa del sujeto para ser vista o el calor de las emociones que confieren color al rostro de un niño.
De una mariposa roja o ¿es verde?
Del cielo. Del mar. Del 
pájaro.
Del amor...







Deudas

En cada duda una deuda antigua,
una tentativa en cada paso
y un ruego a los adoquines
para que quepan mis pies.