El otro


A blandas alegrías me sostengo
sobre una enclenque viga de madera.
El problema es el otro.
O yo. O ninguno.


Bajo escalones para verte
o para que me veas.
O tal vez subo.

Con desciendo.
Con asciendo.
Para con graciarme contigo.
O conmigo- a saber- .

Pero ahora el otro no me ve,
no lo veo y, lo que es más confuso,
termino por no ver nada.
Nadie.

En fin, la empatía...




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