Refranes


No es dulce la venganza
ni se sirve en plato frío,
el recipiente quema
y al paladar es amarga.

Si la dicha es mala
nunca es temprano
para procastinar.

En realidad no perseguí
certeza alguna:
más vale uno en el cielo
que ciento en la mano.

Pero ya no lo veo volando.

Traspaso


No tengo las condiciones
adecuadas para el traspaso.
Intento averiguar quién
puso en mis manos el testigo
para decirle que mis cuerdas no afinan,
que naufragan en un banco de arena.
Y además, en el envés de las cosas
nada te sos tiene. 

Nada.

Vuela


Se opacan los ojos en la tristeza
y el viento se queda mudo.
En la pared se dibuja tu sombra inquieta 

como si te debatieras
entre dos lugares:
en uno te llaman pero vuelves
hacia mí la cabeza señalando
un agujero en tu pecho.
Saco de la mesilla un corazón,
te lo entrego mientras te explico
que le he pegado dos alas:
no te pesará,
ni ocupará mucho espacio,
tampoco embestirá.
Pero corre, mi amor.
O mejor, vuela.







El otro


A blandas alegrías me sostengo
sobre una enclenque viga de madera.
El problema es el otro.
O yo. O ninguno.


Bajo escalones para verte
o para que me veas.
O tal vez subo.

Con desciendo.
Con asciendo.
Para con graciarme contigo.
O conmigo- a saber- .

Pero ahora el otro no me ve,
no lo veo y, lo que es más confuso,
termino por no ver nada.
Nadie.

En fin, la empatía...




Encarnación

Una necesidad de ser el sueño
y hacerlo volar en la crin
de un caballo o en las alas
de un pájaro que canta bajito
pero que alguien lo escucha
porque está atento al desamparo
de sus plumas y a su cantar lento.

Y se obra un milagro
mientras peina al caballo
y oye las notas que se derraman
a través de su cuerpo.