Lo que se sale de la línea...

Lo que se sale de la línea
recta. La curva
que desentona. El canto
desafinado.
La flecha que no alcanza
la diana que se aleja.
Una lágrima seca sobre el labio.
El orgasmo inapropiado
en una sala de conferencias.
Las huellas de los pies
tapando zapatazos.
Lo equivocado (si eso existe)
y lo inexacto.
Las obsesiones que patrullan
ruidosas carrozas travestidas de malva.
El vaho del espejo
cuando se está licuando
y deja ver el trazo de tus dedos
dibujando un corazón

dormido en un cuenco.

Pienso en la vanidad...

Pienso en la vanidad...

(Los que no la conocen
no la nombran, ni siquiera
se acuerdan de ella.
Se hace muy evidente
en casi todos los idiomas.
Ay, los comparativos:
esos más y esos menos,
o peor -esos taimados tan-
por no hablar de los superlativos
que en nuestra lengua
se hacen notar más.
Mucho más.)



...Y qué guerra da.

Desistir...

Desistir sería insidioso.
Insistir avaricioso.
Entre abonar la tierra y no plantar
una sola raíz
o tratar de recoger muchos frutos
de una sola planta, dime:
¿Qué verbo

para seguir en ti?