El norte


Es tan fácil perder
el norte.
Yo, que nací en él,
antes de venir al mundo
ya lo había perdido.
Porque en los genes
que se supone que somos,
había mucha transmutación,
mucho antepasado buscando
entre los restos del naufragio
la dichosa brújula desconchada.

¿Y ahora?
La proa, más menos que más,
ya sé dónde queda
pero no me quita el sueño.
Mi barco navega feliz
mecido por el canto del viento.

Poesía


No eres de nadie
aunque muchos crean poseerte.
Sólo a veces, y muy pocas,
te dejas acariciar el lomo
por algunos clarividentes.
Otras, saltas de no sé dónde
dispuesta a soltar un zarpazo
cuando se dice tu nombre.

No escribo poemas de amor


Mi cuerpo ya no ondea al viento, se va quedando algo rígido como una sábana no descolgada de su línea de secado, después de aguantar muchas lluvias, muchos soles.

Mi mano no escribe poemas de amor, demasiado pensamiento plomado impide volar mis versos, apenas despegan un poco, caen de bruces al suelo y se marean en círculos que no convergen, muriendo los pobres ahogados víctimas de rimas que se cuelan, ancladas y aceleradas.

Sin embargo, mi alma quiere decirte algo, pero, ¿ cómo hago para que mis palabras vuelen y acaricien tu cuello si las entronco y no las suelto? Quiero desplomar mis versos, que aleteen por tus rodillas, que trepen desde tu vientre y en su desfile hacia arriba vibren y tiemblen tus tripas, y ya empiezo a caer en lo mismo...

Tal vez el silencio lleno de palabras te explique mejor lo que siento, y hable mejor de ausencia, de anatomía, de sexo.

Mi mano no escribe poemas de amor, no los que yo quisiera leer.

Me quiere, no me quiere...

Pobres margaritas,
alegres fedatarias del amor,
qué peso recae sobre vuestros
frágiles pétalos.
"Incautos", parecen decir,
abrid bien los ojos
y no contéis al amor.
Es sólo vuestra memoria
de siglos
quien formula las preguntas:
yo no tengo las respuestas.

Ilusión

Ya no es inhóspita la noche,
no necesito más coartadas
para dar esquinazo a la realidad.
Con el pie izquierdo doy un puntapié
a esos programas-tan programados-
de la razón.

Me voy a jugar un rato contigo,
quítate los zapatos y ven.
Tú, que me has enseñado
que la cruda realidad
está tan poco hecha
que derrama sangre 

por los cuatro costados.

Un nuevo día...

Un nuevo día y con los párpados
abiertos me yergo. Verticalidad
sobre un eje, el que me habita
y con ello la vista al suelo.
Y con la vista la mente. Ciega
entre las ciegas.
Las líneas a raya, los números primos,
los círculos a centro, los cuadrados
a esquinas.
Adquiero movimiento, las aspas
moviéndose por inercia y los tímpanos
oyendo ruidos, los mismos pero
distintos.
Y con los oídos la mente. Sorda
entre las sordas.
Tomo la mano de mi hija para
cruzar la calle y siento calor, tibieza,
amor. Y con el tacto, la mente no.
Tal vez sea ciega y sorda con un 

sólo sentido fiable.