Redención


Púrgame este llanto viejo
que sólo quede lluvia
fresca, emoción rosada
que envuelva mis células
y las aligere,
viérteme tu sangre,
súmate a mí, o mejor,
multiplícate en mí,
en un requiebro de plasma
eterno,
quítame, sin que me entere,
las hebras de los ojos
con tus manos trasparentes,
y, sobre todo,
cántame en sueños pero dime
la canción: que yo recuerde,
al despertar,
nítidas las palabras que me salven.

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