Termodinámica

Con tanto afán por abrigarte
me había quedado sin manta.
Para tus pies helados
bastaban mis muslos,
mi pecho para tus gélidos dedos.
Cuando me di cuenta
de que otras vísceras tuyas
eran inmunes a mi abrigo,
empecé a sentir mucho frío.
La ley de Fourier fallaba contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario